20.4.11

Plaza, museo y mirador en Toledo



Extracto de la memoria presentada al concurso:
Cuenta la leyenda que el monte toledano sobre el que se eleva la ciudad estaba perforado por una intrincada red de pasadizos subterráneos y grutas que conectaban castillos con palacios, palacios con iglesias… Ocultaban grandes tesoros, secretos todavía por descubrir, en aquellos tiempos de intrigas palaciegas.
Una de esas cuevas, la cueva de Hércules, albergaba la mesa de Salomón construida por este rey para el templo de Jerusalén y que fue trasladada a Toledo tras la destrucción de ésta. Toledo, crisol de culturas, pasó a denominarse la Jerusalén de Occidente. La caverna hoy excavada, o quizá descubierta, conecta dos mundos, el mundo de las apariencias con el mundo de las ideas y la razón. En su interior sólo encontramos la sombra, el negativo de la auténtica belleza que descubriremos al final de nuestro recorrido. Un viaje iniciático que nos transformará y que nos prepara para apreciar, para valorar y reconocer la auténtica verdad, una perspectiva de Toledo que hasta ahora sólo “El Griego” nos había sabido transmitir. Nuestro recorrido comienza casi por casualidad, como prisioneros que somos, recorremos la ciudad cámara en mano en busca de La imagen que justifique nuestro viaje, atravesando las estrechas callejuelas toledanas impregnadas de historia. Y allí bajo un antiguo pasaje, a unos metros del suelo percibimos unas luces, unas sombras, una puerta que se abre y nos muestra el camino, una espiral que nos conduce hasta la luz desde la penumbra. En la primera etapa, casi a tientas, recibimos las enseñanzas previas, unos consejos que nos guiarán en nuestro camino. Esta etapa está representada por el espacio de recepción e información. A partir de aquí deberemos continuar solos nuestro viaje. En la segunda etapa profundizaremos en el conocimiento teórico, la biblioteca, para predisponernos al primer acercamiento de la realidad de Toledo, el espacio de exposición, tercera etapa del viaje, donde encontramos la gran maqueta de la ciudad, el tesoro escondido en la cueva, la mesa de Salomón. Un tesoro que sólo apreciaremos como una burda imitación cuando conozcamos la auténtica Toledo al término de nuestro periplo, en lo alto del mirador.

La cerámica, con el ladrillo como protagonista, se convierte en el material dominante del proyecto. Material eslabón entre pasado y futuro; capaz de transmitir una tradición milenaria, espíritu de Toledo y crisol de culturas y de reflejar toda su modernidad. Dos técnicas revolucionarias nos permiten dotar a este material de plena actualidad. El Flexbrick y la fábrica armada Allwall autoportante.

El Flexbrick es un sistema de cobertura basado en una malla metálica flexible con una retícula de ladrillos adheridos por la tabla en una de sus caras, que actúa como un semiprefabricado colaborante que se acabará de hormigonar en obra. Este nuevo sistema permite dotar de vida al ladrillo de manera que se convierte en un material flexible capaz de adoptar cualquier curvatura alcanzando luces de hasta 9 metros. La utilización del flexbrick como cubierta en la zona de recepción, biblioteca y exposición a cota -4,50 metros me permite transmitir la sensación de gruta escavada al mismo tiempo que conforma un espacio diáfano acabado en su intradós e independiente del perfil de su extradós. También utilizo este sistema como base de la escalera del mirador reinterpretando las antiguas escaleras de bóvedas de rosca de ladrillo o bóvedas tabicadas, que tras el encofrado y hormigonado del peldañeado quedará lista.

La fábrica armada Allwall autoportante consiste en la combinación del armado horizontal y vertical de la fábrica utilizando un ladrillo revolucionario (El Ladriflor) de gran versatilidad, válido para cuando se arma y para cuando no se quiere armar que permite mantener el aparejo. El uso de apoyos metálicos en el frente de forjado permite además mantener la construcción por niveles y construir la hoja pasante. Así la fábrica alcanza las mismas posibilidades que el hormigón resistiendo tensiones a compresión y a flexión y el ladrillo se convierte en un árido de gran tamaño. Organizando apoyos adecuados en los forjados cada dos plantas este sistema me permite la construcción de una hoja de fábrica de un pie como elemento estructural y de cerramiento en toda la altura del mirador (6 plantas). El núcleo del ascensor con alma de acero (lámina de acero maciza de 6 centímetros con recubrimiento cortafuegos) me permite estabilizar el conjunto.


En la plaza la gran plasticidad que aporta el adoquín cerámico me permite crear una superficie continua y ondulante que parece anunciar que algo ocurre en sus entrañas (la gruta se excava bajo ella). En los bordes de la plaza al límite con el Callejón de Orates la lámina ondulada se despega y eleva reforzando esta idea de frontera sin necesidad de petos o barandillas y crea un cinturón verde por donde además penetrará la luz necesaria para iluminar la planta inferior. Al acercarse al cinturón verde, la lámina comienza a ondularse y es aquí donde sustituyo el adoquín tradicional por adoquín de jardín. El musgo y el césped que crecen de manera espontánea entre los insterticios de la pieza cerámica crean un espacio de transición.

Por último cabe señalar el uso del vidrio como elemento generador de luces y sombras. Por un lado el vidrio tipo U-Glass, material generador de sombras, para la zona de acceso por el Callejón de Orates y como recubrimiento del núcleo circular del ascensor: Al acceder, bajo el pasaje de Orates, se percibirá la pared de U-glass como un espacio de sombras difusas sobre fondo iluminado, sombras chinescas, que reforzarán esa idea del mito de la caverna donde los prisioneros, aislados del mundo real, sólo conocían estas formas. El ascensor, sin embargo, se iluminará al caer la noche sirviendo de faro a los visitantes (prisioneros) extraviados.

Por otro lado, el uso de vidrio transparente sobre muro cortina en el mirador simboliza la claridad, la señal de que la luz verdadera y el final de nuestro viaje está cada vez más cerca. En el interior del edificio las paredes blancas contrastarán con la riqueza de texturas de la cerámica usada en techos y en los suelos de la gruta y la plaza. El suelo de las plantas intermedias del mirador y el peldañeado de la escalera se mantendrán en el acabado bruto del hormigón desencofrado con apenas un tratamiento de resinas.

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